Una relación homosexual dentro de un matrimonio heterosexual no es solo deseo: es secreto, tensión, poder y consecuencias. Si ya estás ahí, no lo niegues. Domínalo.

Acéptalo: No es amor. No es estabilidad. Es sexo entre hombres que no se puede nombrar en público. Y si él tiene esposa, tú no tienes tiempo para arrepentirte. Solo para jugar con inteligencia.

Porque cuando decides estar con un hombre casado —que vive una vida heterosexual frente al mundo— estás entrando en un terreno donde el deseo se mezcla con la culpa, el morbo con el silencio, y el placer con la estrategia.

Y si ya estás ahí, más vale que sepas cómo moverte. Porque si no, te van a chingar. Literal.

🔹 1. No eres su novio. Eres su escape.

Él tiene una esposa. Tal vez hijos. Tal vez una vida entera construida sobre una mentira. Tú no eres su pareja oficial. Eres su verdad escondida. Su deseo que no cabe en su rutina.

No lo llames “mi hombre”. Llámalo lo que es: tu amante. Tu mayate. Tu daddy. Tu maduro. Tu secreto o como lo digas en tu país (el hecho es el mismo). Y si lo sabes manejar, puede ser el sexo más intenso que hayas vivido.

🔹 2. No lo presiones. No lo expongas.

Él vive en dos mundos. Uno donde es el esposo ejemplar. Otro donde se desnuda contigo y se permite ser quien realmente es.

No le pidas que deje a su esposa. No le pidas que te presente como “su pareja”. No le pidas que se enfrente a una sociedad que lo enseñó a esconderse.

Si un día lo hace, qué lindo. Pero si no, no lo conviertas en tu proyecto emocional. Tú también tienes poder. Y no necesitas que nadie te valide para saber quién eres.

🔹 3. Hay consecuencias. Pero también hay placer.

Sí, puede haber culpa. Sí, puede haber miedo. Sí, puede haber drama si alguien se entera.

Pero también hay deseo. Hay intensidad. Hay momentos que no se repiten.

Y si decides vivirlos, hazlo con los ojos abiertos. No como víctima. Como cómplice.

🔹 4. Maneja la relación como un arte. No como una necesidad.

No lo persigas. No lo encierres. No lo conviertas en tu proyecto emocional.

Sé creativo. Sé libre. Sé el hombre que él no puede ser en su vida diaria.

Haz que cada encuentro sea una obra. No una rutina.

🔹 5. No te arrepientas. Aprende a lidiar.

Ya estás dentro. Ya lo viviste. Ya lo deseaste.

Arrepentirse no sirve. Lo que sirve es entenderlo. Nombrarlo. Y usarlo para conocerte mejor.

Porque estar con un hombre casado —en secreto, en la sombra, en el deseo— no te hace menos. Te hace más consciente. Más fuerte. Más tú.

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