La atmósfera era libre, apenas había un calor que se desliza en cuerpos desnudos y acaso, algunos otros, entre ellos el mío, con un ligero atuendo, sencillo y diminuto speedo de nadador. En otras latitudes, lo llaman bikini y los códigos conservadores creen que es una prenda demasiado impropia… y más para los hombres que nadan o hacen pesas.

El traje que separa a la lycra con la frontera de la piel a flor de viento, refleja en si mismo un toque de primer erotismo, al que todos estamos condenados entre iguales y diversos. Otros cuerpos vecinos, preferían una ligera toalla, apenas visible, ligero pareo, parecía una muestra de soldados griegos buscando amorosa batalla entre compañeros.

El laberinto seguía con una dirección en la búsqueda de miradas que atraen una química corporal del robo de un deseo, un deseo clandestino. De repente, dúo de miradas múltiples nos encuentran atrapados en el rincón que nos recibe como pecadores en una catedral que en un silencio de sudor lo dice todo.

Nuestros alientos se encuentran frente a frente, temblando ligeramente nuestros cuerpos que se empiezan a fundir con mis manos en su cintura y las suyas sobre mis hombros. De repente, la migración de nuestro tacto nos junta en el borde de nuestras cinturas, aun con el speedo, pero sin mediar palabra y con el ritmo cardiaco danzando, decidimos despojarnos uno a uno esa prenda que apenas cubre nuestra intimidad y que en natación recuerda el juego erótico de la alberca del deseo. El, primero me despoja del traje y una vez de frente procedo a hacer lo mismo con una lentitud que aprovecha un juego de entrepiernas y labios del cuello hasta los pies. Descubriendo el desierto lampiño de pieles que exaltado entona un canon frente a la mirada que nos devora.

Libres de ataduras, él recostado, unimos nuestros cuerpos conjuntando nuestra masculinidad que parece que juguetea en un juego de esgrima. Nuestra respiración ahora ríe y se tranquiliza, ambos sentados y entrelazados intercalamos nuestros penes y hacemos una fantasía para derramar nuevos ríos que se funden en un abrazo y una despedida en un debut sin etiquetas, pero sabedor que la pasión entre hombres también existe, aunque muchos lo nieguen y repriman su placer.

Speedo Speedo2

Colaboración: Speedo Speedo

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